Situación en Brasil
- Laura Isabella Meza cala
- 11 ene 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 ene 2023
¿Revueltas o movimientos?¿Fanatismo político?

(imagen sacada de internet)
El pasado 8 de enero grupos de extrema derecha protagonizados por los bolsonaritas y con el apoyo presuntamente del gobierno del Distrito Federal, han entrado violentamente a las sedes de representación de poder: el Palacio Presidencial, el Congreso y la Corte Suprema en Brasilia, esto como una contra respuesta a el actual gobierno de izquierda de Luiz Inácio Lula Da Silva.
Hace dos años evidenciamos unas imágenes similares, el asalto al Capitolio en Washington DC, activistas de extrema derecha apoyados ideológicamente por el ex Presidente Donald Trump ( el cual lo consideran un héroe) alegando que hubo robo en las urnas.
Pero ¿Es justificable el daño que se genera no solo a las instituciones públicas, más sin embargo a la desestabilización interna que se genera en el país? ¿Hablamos de movimientos justificables donde ciudadanos comunes toman armas, destruyen las vías, o es una revuelta de fanáticos políticos?
Los movimientos sociales los evidenciamos cuando grupos organizados que comparten una ideología en común salen a las calles buscando un cambio claramente social y político. Son protestas contra el sistema, donde se desarrollan estrategias de acción colectiva (de personas, líderes, organizaciones, organizaciones juveniles…) con el fin de generar un impacto, un cambio. Las revueltas, en contraste, si bien son grupos, con líderes, y una acción colectiva, se caracterizan por ser un movimiento espontáneo y agresivo.
Los dos comparten características comunes, intentan cambiar el status quo que afecta al orden, al bien común, y público, a civiles que comparten un mismo ideal, pero a diferencia, las revueltas generan una alteración violenta y brusca como lo ha sido en Brasilia, y como lo fue hace dos años en EEUU, ambas caracterizadas por el fanatismo político de un líder de extrema derecha.
América del Sur corre un gran peligro por la cultura de manifestación personifica de políticos, y el apoyo de sus manifestantes incondicionales que están dispuestos a movilizarse de cualquier forma con tal de conseguir un disruptivo social interno agraviante. La lección que debemos aprender de lo pasado en Brasilia es estar atentos a las secuelas de las olas de violencia generadas por los gobiernos.
La situación actual en la capital brasileña es preocupante, como primer análisis se debe entender que los políticos deben vivir para la política no de la política (tal y como lo sugiere Weber), por otro lado, no basta con la penalización de aquellos que han hecho la entrada a las sedes, si no, es hora del apoyo de los movimientos, ciudadanos civiles, partidos y demás gobiernos de Latinoamérica para anular el asalto a la democracia.
Excelente articulo. Muestra en forma objetiva la situación, sin sesgo, con recomendaciones y compara lo sucedido en Brasil y EEUU con el fanatismo político que enquistaron ciertos personajes que vivieron de la política y no para la política, buscando su beneficio y de unos pocos y no el bien común. Felicitaciones Laura.