Ya son tres años

4,7 millones

De acuerdo con las estimaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, actualmente se encuentran alrededor de 4.7 millones de colombianos en el exterior, lo cual refiere que soy parte del 21,27% que tiene mitad del cuerpo en Colombia y la otra mitad en otra parte del mundo (mi caso: España).

El domingo pasado he cumplido mis tres años desde que decidí venirme a vivir a Madrid, y lo recuerdo como si fuera ayer. Me acuerdo todo ese año de preparación antes de venirme, siempre mantuve la ilusión de vivir en Madrid y es la hora y aún no puedo creer que lo estoy cumpliendo. Al llegar, recuerdo que estuve siempre positiva, venía sola y no me importaba eso, venía a cumplir un sueño.

Al llegar me bajé dónde una amiga que había conocido cuando vivía en Buenos Aires, ella era madrileña y le había contado que me iba de intercambio y me acogió por unos días. Después, en la inducción de la universidad conocí a hermosas personas que me acompañaron en los meses siguientes, Roxana, Melina, Angie, Yubran y Abdel, más adelante, conocí a una de mis mejores amigas hasta el momento Brenda. Con ella tengo la inside joke de que cuando la conocí no quería ser mi amiga y ahora somos Tola y Maruja (literalmente). Verán, ella llevaba ya dos/tres años en Madrid, yo apenas llegaba y tenía esos meses de erasmus, como le llamamos acá a los chicos y chicas de intercambio, mera fiesta, mera rumba, y de la cuál ella ya había tenido su experiencia ( mamá y papá saben que me encanta bailar pero ante todo siempre fui responsable y mis calificaciones nunca bajaron jajajaj #recocheraperoresponsable)

Después de menos de dos meses al llegar, la pandemia golpeó, todo plan se vino en paro, pero yo aún así me mantuve con la mente positiva, ya me había prometido un plan de vida y lo iba a cumplir. Meses después de eso, fallecieron mis abuelos maternos, una pérdida que aún recuerdo con mucho dolor y sigo sanando, no pude ir en ese momento porque no se permitían viajes, y al viajar también ponía en tela mi futuro en España. No se preocupen que gracias a Deus, el universo, a mi familia, y mis amigos tuve el apoyo necesario para retomar las fuerzas y seguir. El 2020 lo terminé con mi hermano en Oslo, Noruega, mi primera vez conociendo la nieve. Terminé ese año con mis 20 años recién cumplidos, al lado de mi hermano favorito (jaja) lejos de casa, con pérdidas grandes pero lista para comenzar el 2021.

En Marzo me gradué de politóloga, fui parte de las cinco primeras de mi promoción y tuve una de las experiencia profesionales más enriquecedoras. Me acuerdo que ya para ese entonces mi positivismo había bajado un poco, creo que nos ha pasado a todos ( eso es lo que dice mi papá). Me encontraba en un limbo profesional, me preguntaba ¿Y ahora qué? ¿Me quedó? ¿Haciendo qué?. Algo tenía claro, y era que me quedaba (mi mamá debe estar leyendo esto y diciendo, yo le dije que se viniera y después regresaba. Mamá ya a estas alturas deberías saber que criaste a una revolucionaria y poco incomprendida, y que me criaste con todo el valor de luchar por lo que yo quería). Estaba cursando el Experto, donde conocí a varios colegas con los que aún mantengo contacto. Este año fue personalmente ensayo y error, conocí mucha gente, amigos pasajeros, trabaje como de relaciones públicas para fiestas de erasmus, intenté buscar algún trabajo de politóloga pero no encontraba. Un poco perdida, pero no sé porque me juzgaba tanto, solo tenía 20 años, que alguien me diga si tenía todo claro a esa edad, por favor. Ese año pasé una temporada en Colombia, fue un recargue de energías, pero ya quería volver pronto a Madrid. Lo difícil de volver por temporadas cortas a casa, donde naces, donde tienes recuerdos, es que al volver empiezas desde cero, es un golpe muy duro, estar de nuevo sola, teniendo una vida de responsabilidades donde apenas estas aprendiendo a conocerte, a conocer lo que quieres. Ese año pase navidades en familia, y me acuerdo decirle a mis papas (más a mi mamá que ya saben cómo se pone) que no volvería por un tiempo, por lo que les comente más arriba.

2022, empiezo dejando hábitos, malos hábitos específicamente, amistades que no compartían mi valores, y simplemente hacían daño a un futuro que yo tenía visto para mí. Fue duro, no les miento, al final de cuentas, se convierten en una pequeña familia. Estaba cursando el Master y me estaba yendo muy bien. El año pasado creo que tuve un boom de mindset radical, sabía que quería estar en Madrid (siempre lo he sabido pero como les comento soy muy joven tratando de vivir la vida de una treintona, tampoco se me achiquen las treintonas que seguro tendrán sus vaivenes mentales, pero espero yo me esté haciendo entender con esto). Si se van atrás al post de Feliz Navidad, sabrán un poco cómo fue este año. Nuestra amada Italia María se marchó de nuestras vidas pero no de nuestros corazones, al igual que mis abuelos maternos, la llevo tatuada en mi corazón y en mi piel. El 2022, creo que fue tan ave fénix para mí que hoy a hoy puedo decir que ha sido uno de los mejores en esta transición de vida joven a adulta, que vamos, ahora tengo 23 tampoco soy tan vieja ( jajaja).

Al final, ha sido toda una aventura de emociones, doy siempre las gracias inmensas a mis padres que la mejor herencia que me han dejado es mi educación, poder vivir mis sueños de viajar y poder vivir en Madrid, aprender, crecer, llorar, reír y disfrutar. A mi hermano que es totalmente un ejemplo a seguir, él sabe de lo que hablo cuando le digo a mis padres: no es fácil. A mis primas que me soportan con todo el amor del mundo. A mis amigos, que siempre están para apoyarme, y agradecimientos especialmente a mí, por ser tan valiente cuando no he tenido fuerzas, por seguir luchando por cumplir mis sueños, por poner límites, por compartir nuevas experiencias y por más años en los que pueda decir, hoy he aprendido algo nuevo.

Empiezo este año con las energías recargadas y para que vean que estoy bien y que sí, que ya se que lloro bastante (mi padres lo saben, mis amigas también) les dejo con esta foto con mi nabilus en Zermatt, pleno doce del 1 de enero de 2023 con una sonrisa de oreja a oreja.

PD: Ya les seguiré contando cómo va este año.